martes, 28 de agosto de 2012

Soy golosa

Soy golosa. Esto es un hecho totalmente empírico y comprobable. Tal vez por esa razón, y porque tengo ganas de enseñar algo, aunque sea a cocinar, me he propuesto empezar un blog, en cuya creación pienso contar con la ayuda de mi madre y de mis primas. En él encontraréis recetas y cosas relativas a la alimentación y a la gastronomía. En el menú de la derecha aparecen las recetas agrupadas temáticamente, para que os sea más fácil llegar a ellas. Aquí os dejo el link a "Historias de un delantal", así que estáis más que invitados a hacerme llegar vuestras recetas para que las publique junto con la valiosa fuente que me las haga llegar.

¡¡Disfrutad de las recetas!!

Historias de un delantal


lunes, 27 de agosto de 2012

Forasters

Sí, hoy voy a volver a la polémica, que sé que os gusta más que a un tonto un lápiz. Además, después de ir escribiendo posts a cuentagotas creo que os lo debía. ¿Y cuál es el tema polémico sobre el que voy a escribir? Lo tenéis en el título: los forasters (forasteros).

Ya sé que esta palabra se usa en muchos lugares y con significados similares, pero en Mallorca adquiere ciertas connotaciones extra que, por ejemplo, en Menorca no tienen (o no con tanta inquina, que los menorquines son muy majos). Yo tengo asumido que soy media forastera, así como que cuando voy a dar clase a un pueblo monolingüe catalán soy la "mestra de foraster". Estupendo. Y aquí paz y después gloria.

"¡Pero tú eres mallorquina!", me insisten muchas personas. Sí, lo soy, pero usted no puede evitar que me sienta mitad y mitad, según las vivencias que he tenido y la educación que he recibido. Yo le puedo contestar lo que usted quiere oír, pero mis sentimientos no los puede cambiar. Me siento mallorquina, canaria y un poco menorquina, ésa es la gran verdad. Aunque a muchos les duela oírlo también me siento española, aunque el país se vaya cada día más a la mierda.

"Ah, bueno, pero tu madre es de Canarias, no es forastera." Y es que, a mi juicio, el mallorquín distingue entre "tipos" de gente "externa" -palabra que mi madre odia y a mí no me hace mucha gracia-. Entre los diferentes tipos de gente externa nos encontramos, más o menos en orden geográfico, los siguientes grupos:

1. Gent externa: gente que no es de tu pueblo y viene para las fiestas.

1.1. Gent extera / llonguets / palmesanos: gente de Palma y alrededores que cree que Mallorca acaba en la Vía de Cintura, o a lo sumo en Festival Park. Muchos de ellos son canis, aunque no todos, también los hay que son mallorquines que salen a explorar el territorio comanche, eso que se da en llamar Part Forana (todo lo que no es Palma ni los municipios más poblados que la rodean).

1.2. Menorquines e Ibicencos. No existe en las islas un sentimiento de "balearidad", no existe la concepción de decir: "Yo soy balear". Cada uno es de su isla y punto. Esto viene marcado por múltiples factores, como por ejemplo el rey de la conquista, los diferentes dominios, etc. Menorca, por ejemplo, tuvo dominación francesa e inglesa, en cambio Mallorca no. El cariño por las demás islas es manifiesto, aún así, y para hacer honor a la verdad, imagino que en Menorca e Ibiza deben estar hasta las narices de que la mayoría de servicios y oportunidades se centralicen en Mallorca por ser la isla más grande, y tienen razón. En Canarias ese sentimiento de unión del que hablo sí existe, imagino que tanto porque ha existido ya históricamente como por la lejanía que tienen respecto del grueso del territorio nacional, aunque en todas partes cuecen habas.

2. Forasters. Ah, amigos, aquí viene lo bueno: ¡ESTO ES EL LEJANO OESTE! Se entiende por foraster a cualquier persona que provenga del resto del Estado Español, con la excepción de Cataluña, País Vasco/Navarra y Galicia. Los de Valencia (por extensión: Comunidad Valencia) se asocian según cómo hablen o a quién voten. No hay más. Si sois un poco avispados adivinaréis el porqué de esta diferenciación.

Efectivamente: el hecho de hablar una lengua distinta al castellano es la clave, así como otros asuntos de índole territorial, histórica y económica en los que ahora no voy a entrar. Creo hace 75 u 80 años la cantidad de gente monolingüe solamente en gallego o euskera no debía ser muy elevada; en contraste, sí que había muchísima gente que era monolingüe sólo catalán, y más en las islas. Esto no se debe solamente al factor de la insularidad, sino también al peso demográfico, contrastable también hoy en día. Y no miento: mi abuelo era monolingüe catalán, entendía el castellano, pero no era capaz de hacer una frase completa, y no precisamente porque fuera estúpido, sino porque para él el castellano suponía una lengua extranjera, que no le era propia, que aprendió de la administración (imagino que cuando fue a la mili) y a través de los medios de comunicación.

No voy a entrar aquí en la actitud que se adopta desde los distintos lugares hacia una lengua que no es la suya, porque eso depende de cada persona, de su educación y de su cultura. Lo que es irrefutable es que de tener dos lenguas a tener sólo una media una concepción del mundo que sólo las personas que lo experimentan son capaces de explicar y de comprender. Caso a parte lo forman el aprendizaje de lenguas extranjeras no oficiales en el territorio español (aunque en Mallorca, a este paso, muy pronto el inglés y el alemán van a ser cooficiales).

¿Y Canarias? Canarias está lejos, muy lejos. El hecho de no encontrarse en la Península Ibérica (algo obvio si uno mira un mapa) hace que, cuando, por ejemplo, mi madre contesta que es de Tenerife le digan: "Ah, pero eso no está en la Península." Creo que es aquí cuando el factor de la insularidad y del puteo de estar aislado entra en juego.

Para sintetizar este apartado: un foraster es, de entrada, cualquier persona que hable castellano. Luego ya separaremos el trigo de la paja.

3. Guiris: cualquier turista con pintas de ser del centro o del norte de Europa.

4. Ya que estamos, y como igualmente me vais a poner de vuelta y media, y me da igual, también voy a hacer mención a otros grupos. Por favor, no entendáis esto como una segregación despectiva, sólo intento mostrar los vocablos de la realidad. Si alguien se siente ofendido por ello le pido de antemano mis más sinceras disculpas, pero esté bien seguro que no verá aquí nada que no oiga diariamente en la calle. Pues bien, entre estos grupos nos encontramos:

4.1. Los moros. Así, tal cual. No sólo hoy en día pueden producir rechazo por provenir de una cultura diferente que se caracteriza, en general, por el sometimiento de la mujer, sino que tenemos que pensar que el Rei en Jaume, Jaime I el Conquistador, luchó contra ellos y los expulsó de la isla. Además, durante los siglos siguientes, especialmente entre los siglos XV y XVIII (si no voy mal) las incursiones de piratas turcos y argelinos fueron el desastre más temido por los habitantes de las islas. Recuerdo de ello son las fiestas de Moros y Cristianos de Sóller y de Pollença.

4.2. En otro saco poco definido nos encontramos a los negros (no hace falta explicar por qué se les llama así, ¿no?), los rumanos, los chinos (por extensión, cualquier oriental) y los sudamericanos (a los que despectivamente se les llama "sudacas").

Espero haber dado un esbozo de lo que, en mi opinión, es la percepción de los grandes grupos sociales que tenemos los mallorquines. Estas denominaciones puden usarse solamente de una manera denotativa, sin intención negativa o peyorativa alguna, o de una manera descortés y como insulto (excepto en el caso de "las guiris", en femenino, con las que el macho mallorquín se vuelve loco); todo dependerá del contexto y de la entonación, así como de ciertos calificativos que las puedan acompañar. No es lo mismo decir "Aquest és foraster/moro/guiri/llonguet" a decir "És un puta guiri/moro/foraster/llonguet".

Lo importante, a parte de cómo nos llamemos, es tenernos respeto. Yo puedo despotricar contra un grupo, pueden caerme mal, los puedo odiar..., pero lo que nunca puedo hacer es agredirlo o vulnerar sus derechos, así como tampoco me gusta sentirme agredida o ver que me restringen los míos. Hay un refrán en castellano que reza que del dicho al hecho hay un buen trecho, y creo que es totalmente cierto. Obviamente todo es matizable, pero, por muy susceptibles que seáis, no me negaréis que, al menos en el fondo, algo de razón lleva este pequeño artículo. ¿O no?

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Como yo soy medio forastera, y orgullosa de serlo, pero entiendo y comparto también el sentir de la gente de aquí, porque también soy medio mallorquina, os paso un enlace a un post que habla sobre el uso del catalán en Baleares y que fue noticia hace unos meses:

Enllaçats pel català

¡Con lo bonito que es tener dos culturas, dos lenguas, dos tradiciones, dos trajes regionales y dos gastronomías!

domingo, 26 de agosto de 2012

La inmersión lingüística

Antes de empezar con lo que sería el asunto principal del post me gustaría aclarar que no ofrezco aquí una visión profesional de ello (aunque visiones profesionales puede haber muchas y muy dispares) y tampoco pretendo apoyar o rechazar sistemas que se estén implantando en la actualidad en ciertos lugares de España, así que no os pongáis susceptibles antes de empezar y no veáis más allá de lo que está escrito. Os dolerá menos el hígado.

LA INMERSIÓN LINGÜÍSTICA

No os voy a dar aquí una definición de lo que es la inmersión lingüística en primer lugar porque me parece una chorrada, porque los términos pueden ser muy elásticos, y en segundo porque la red está llena de información que podéis consultar y contrastar. ¿Una definición "paleta" de inmersión lingüística? Poner a una persona dentro de un entorno que se comunique totalmente en una lengua para que ese individuo la aprenda a partir de lo que le rodea.

Hay muchas situaciones de inmersión:

- Los inmigrantes que llegan a un país.
- Los niños que se desplazan a otro lugar y son colocados en centros con líneas en la lengua oficial o cooficial de esa región.
- Los cursos / campamentos que, dentro de un país de lengua X, se desarrollan por completo en la lengua Y.
- Los cursos de idiomas en el extranjero.

De los únicos que os puedo hablar fehacientemente es de los tres últimos, y me voy a centrar en el cuarto: los cursos de idiomas en el extranjero. Si bien es cierto que suponen un alto desembolso económico, cada vez van siendo más asequibles y uno los puede ajustar a su bolsillo (en características, duración, alojamiento, destinos...). Si uno los aprovecha y procura usar siempre la lengua que ha ido a aprender suponen un gran avance personal y académico en la adquisición de un idioma, y ni que decir cabe que las ganancias que uno obtiene a la larga superan con creces la cantidad invertida. Porque para mí todo lo que tiene que ver con la educación nunca es un gasto, es una inversión, y de las más seguras que existen.

Mi habitación en la residencia de Mánchester, mi primera experiencia en residencia, 
las demás fueron en host family.


Pero desengañémonos: Todos, absolutamente todos, tenemos tendencia a juntarnos con otras personas (estudiantes, en este caso) de nuestros propios países o de nuestro propio idioma. Sí, por mucho que lo neguemos, somos viles mortales que sucumbimos a los patrones de conducta social: formamos guetos más o menos elásticos para crear un entorno cercano en un territorio hostil. Llamémosle entorno cercano en un territorio hostil o llamémosle formar un grupo con ciertas similitudes para poder ir a liarla parda por ahí, con la seguridad de ser muchos y de tener la jarana y la fiesta garantizadas. Porque esto es así: uno va a estudiar idiomas al extranjero no sólo para aprender, sino también para pasárselo bien. Son unas vacaciones culturales (queda muy bien llamarlo así).

No os voy a contar mis peripecias en Cambridge (15 añitos), Frankfurt, Dublín y Mánchester porque no acabaría hoy, especialmente con las de Dublín y Mánchester, que ya me pillaron en mis 20, con dinero propio, con muchas ganas de salir y con compañeros maravillosos; lo que sí que os puedo recomendar es que os forméis, ahorréis, invirtáis en vosotros o en vuestros hijos... Siempre es una garantía. Ninguna empresa me paga por hacer propaganda (que si quieren, ya lo saben), pero aunque una persona no acabe usando la lengua que ha ido a aprender más que en clase y en las tiendas, lo que sí que se le asegura es una experiencia única de la que va a aprender mucho en muchos aspectos: convivencia, interculturalidad, costumbres, historia, arte, gastronomía... vamos, que se aprende eso que no se puede enseñar en los colegios ni en casa: MUNDOLOGÍA.

Yo, en la excursión a Chester, con el uniforme de batalla: gabardína, paraguas y pañuelo al cuello.


Se dice que los consejos sólo deben darse en caso de vida o muerte o cuando son solicitados, pero yo me atreveré a daros uno: FORMAROS, haced cursos, aumentad vuestros conocimientos académicos, culturales y personales. Las épocas de crisis deben servir para mejorar. Hay que ver lo positivo dentro de lo negativo, el diamante en la negra roca. No os podéis imaginar cuánta gente me he encontrado en Mánchester que estaba en paro o que tenían trabajo y que, por miedo, por interés, por  el motivo que sea, invertían sus vacaciones, todo el tiempo libre del que disponen en un año, en realizar un curso de idiomas. El centro estaba especializado en personas de más de 25 años, así que el panorama que a veces una contemplaba era desolador, pero siempre, de entre esa oscuridad, salía la llama del positivismo, del buen rollo, de las ganas de mejorar, la esperanza de encontrar trabajo a través de la formación, las ganas de afrontar el síndrome postvacacional con los recuerdos de unas semanas diferentes, lejos del sol y de la playa.

A modo de conclusión sólo os recordaré una cosa que ya he dicho: cuando veáis que un curso, una matrícula, un proyecto de investigación es caro pensad que no es un gasto: es la mayor inversión que podéis hacer y cuyos beneficios revertirán siempre directamente sobre vosotros. ¡Ánimos!

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Comentario final: Esto no quita que los HdP del gobierno no se hayan lucido incrementando los precios de las matrículas y subiendo el IVA de los artículos escolares y de la cultura. Son unos garrulos.

Comentario final II: Acabo de volver y ya tengo ganas de irme a hacer otro curso. A donde sea: la cuestión es partir.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Cuando la profesora se convierte en alumna

- Profeeeeee, no pongas debereeees.
- Joé, pero profe, esto también sirve.
- Profeeeeee, me has quitado medio punto de esta pregunta.
- Profe, ¿está en el libro?
- Profe, ¿esto entra en el examen?
- Profeeeeee, ¿por qué no hacemos el examen la semana que viene?

Éstas son expresiones típicas de alumnos en clase, y por muy buen ejemplo que queramos ser y/o que queramos dar, cuando nos convertimos en alumnos los profesores volvemos a nuestra más tierna infancia, o peor aún, hemos aprendido estas mañas de nuestros alumnos y las usamos con quienes nos enseñan para tensar la cuerda.

Estoy en un curso de inglés en Mánchester y la verdad, no sólo viene bien para practicar el idioma, sino también para, de tanto en tanto, ponerse en la piel de nuestros pequeños bichejos (y no tan pequeños, que algunos son un poco orangutanes). La verdad es que intento ser una alumna modelo, pero a veces me vence el sueño, el cansancio, el hambre o las simples ganas de tocar la moral, eso sí, tengo una profesora estupenda de la que he aprendido mucho, y eso es lo que más cuenta, aunque mis mejores maestros hayan sido aquéllos a quienes yo enseño: mis chiquimonsters, mis bichejos, mis alumnos.