Hoy os voy a hablar de mí, de cómo me siento, de mis circunstancias y de por qué llevaba tanto tiempo sin escribir en el blog.
Como bien sabéis, los profesores somos unos parásitos sociales que cobramos un pastizal del gobierno y tenemos tres meses de vacaciones al año. Por todo ello mi situación actual es la siguiente:
- Un horario irregular que me impide cualquier rutina.
- Un cansancio físico y mental producto de seis meses intensísimos con 6 o 7 niveles diferentes (con todo lo que ello supone).
- Dolores de cabeza insufribles (jamás había tenido estas cefaleas tan acusadas, nunca).
- Tensión extremadamente baja.
- Agotamiento físico y dolor de articulaciones (debilidad).
- Trastornos del sueño.
- Somnolencia excesiva.
- Menstruaciones irregulares.
- Trastornos alimentarios.
- Falta de concentración.
- Torpeza.
- Apatía.
- Poca iniciativa para la interacción social.
- Descuido del entorno personal (me cuesta mantener limpia la casa, mucho, y no es broma).
Todos estos son factores reales, empíricos, no me los invento (¡ojalá!), están ahí, incordiándome, impidiéndome hacer vida normal. El detonante de este estado es mi trabajo, y no la parte docente, sino digamos la parte administrativa. Otro hecho objetivo.
Y vosotros me diréis: ¿Por qué no te pillas una baja? Pues muy fácil, yo os lo contesto. No pido la baja por diferentes motivos:
- En primer lugar, porque el problema no es docente,
- y por ello mis alumnos no se merecen dejar de aprender ni perder clases.
- En segundo lugar, porque putearía, y mucho, a mis compañeras, quienes tendrían que cubrirme.
- Además, gracias al fabuloso gobierno de turno, económicamente no me puedo permitir una baja. Supondría un severo menoscabo a mi ya de por sí maltrecha economía.
- Finalmente, no creo que una baja, en mi caso, sea la solución. Rendirse es de cobardes, aunque reconozco que a veces la cobardía es el mejor de los caminos: una retirada a tiempo es siempre una victoria.
Diréis que soy una pupas y una quejica, pero a fin de cuentas me quejo en MI blog, en MI Facebook o en MI Twitter. Si alguien no quiere leer MIS lamentos no tiene más que no entrar en MI blog ni en MI muro (¡cotillas!). Además, afortunadamente, algunos de vosotros sois MIS amigos y gracias a vosotros consigo mantener MI salud y MI ánimo en un estado aceptable para poder sobrellevar el día a día, y por eso, sólo por eso, que no es poco, os merecéis todo el oro del mundo (que desgraciadamente no es mío) y todos MIS besos y MIS abrazos y MIS mejores deseos para vuestra vida, vuestro trabajo y todo lo que os propongáis.
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