domingo, 21 de agosto de 2016

De sobornos y de sistemas educativos.

¡Qué difícil es reflotar un blog cuando se lleva tanto tiempo sin publicar nada en él! La verdad es que no será que no tenga cosas que decir. Los que me conocéis sabéis que soy muy parlanchina. :D Lo que sucede es que a veces cuesta poner orden a todas las ideas que le vuelan a una por la cabeza, pero me he propuesto ir liberándolas aquí poco a poco. A veces compartir una experiencia no sólo enriquece a quien la escucha, sino también a quien la cuenta, pues la comprensión de nuestros semejantes es a veces lo único que necesitamos.

Hoy os voy a contar una de las historias de Rosa. Rosa fue alumna mía el curso pasado en Santanyí. Un bombón de alumna: estudiosa, respetuosa, obediente, crítica, con espíritu emprendedor, capaz de razonar y de sacar sus propias conclusiones, trabajadora... La verdad es que todos los alumnos en ese grupo compartían en mayor o menor medida sus características (lo que hacía de ellos un tipo de grupo que probablemente no vaya a encontrarme en mucho, mucho tiempo), pero había un conjunto de niñas que eran TOP. De esos alumnos que marcan, pero para bien. De los que te hacen disfrutar día a día de tu profesión y que hacen que ir a tu clase merezca la pena minuto a minuto. De los que te emocionan con su compromiso. De ese tipo de alumnos y alumnas hablo. De ese que no abunda, pero sí que existe, y que también necesita nuestro cariño, pues a veces se sienten un poco abandonaditos, porque como son responsables, pues ya se sabe...

Pues bien, cierto día Rosa y sus compañeras estaban harto enfadadas con una de sus profesoras pues, tras haber tenido un detalle con ella (como podéis imaginar, se trata del tipo de alumnas que siempre tienen detalles con sus profesores, en este caso, un cachito de tarta), las acusó de hacerle la pelota para tener más nota. Si bien el comentario de mi compañera no fue para nada fuera de tono, y seguramente estuvo hecho en plan de broma con el mayor de los cariños, estas chicas se lo tomaron bastante a mal, pues ellas creyeron que la profesora sí estaba entendiendo ese gesto como un soborno en toda regla. Os juro que les dolió en el alma, si hubierais visto sus ojitos, me creeríais.

Como estaban muy alteradas y muy dolidas, me tocó hacer lo que tenemos que hacer todos en algún momento en vez de dar clase: pararnos, escuchar, explicar, hacer razonar, hablar, explicar... En definitiva: relajar el ambiente. Cuál es mi sorpresa cuando, en una de sus intervenciones, Rosa, con todo su aplomo y entereza, la espalda y la cabeza erguidas, afirma con seriedad: "Profe, yo no necesito sobornar a nadie para sacar un diez, me basta con mi trabajo y con lo que estudio. No es que quiera sonar sobrada, pero es que es verdad: si trabajas y estudias, mejores o peores, ahí están los resultados".

TOMA YA. En ese momento esta adolescente era la viva imagen de la palabra dignidad.

¿Cómo os quedáis? En ese momento yo no sabía si ir a abrazarla y llenarla de besos o ponerme a aplaudir (cosa que casi hicieron sus compañeros), pero la verdad es que me dejó descolocada.Ver a una chica de 13 años con las ideas tan claras, con tanto compromiso y con tanto aplomo no es sólo poco usual, por desgracia, sino que por otra parte también es una luz de esperanza en nuestro sistema educativo. 

¿Qué queréis que os diga? Ni somos Finlandia ni lo seremos nunca, no sólo por los cafres de nuestros políticos que nos cambian el sistema educativo y a quienes hay que echar de comer a parte, sino también porque somos una cultura diferente, la mediterránea, con más horas de luz, con alumnos que pasan antes la adolescencia (regla a los 11 años vs. regla a los 14 o 15, de media, en los países nórdicos). Sí que es verdad que se debería de invertir el triple en educación de lo que se invierte ahora y que la caverna política y demás gurús que no han pisado una aula en su vida deberían dejar trabajar a los docentes sin fastidiarnos más el panorama, pero como dijo Laporta: ¡Al loro, que no estamos tan mal!

Tan mal no lo hacemos aquí cuando hay científicos españoles por medio mundo, y tan bien no lo harán en Finlandia cuando su tasa de suicidios es de las más elevadas del mundo, aunque de esto ya hablaremos otro día, pero ni aquí todo es un desastre, ni allí todo es oro. Tenemos una materia prima fabulosa, no dejemos que se eche a perder. Está en nuestras manos, las de los profes, no las de los políticos, hacer de nuestros alumnos los adultos responsables del mañana. Valoremos e incentivemos más a alumnos como Rosa, busquémosles actividades que les estimulen y que, a su vez, también motiven al resto de sus compañeros para mejorar. Os aseguro que se puede hacer y que no es tan difícil, y que incluso se puede hacer con métodos tradicionales. Creedme. Se trata de no perderlos. Se trata de no perder a ninguno por el camino. A ninguno.