lunes, 30 de enero de 2017

El saludo

Este post va a ser cortito. Vayamos por partes.

1. Trabajamos en el mundo de la educación.
2. Lo básico en educación es saludar.
3. Queremos enseñar a los niños a saludar.
4. Fin.

Entonces, ¿por qué c*ñ* hay docentes que no saludan a sus compañeros sin que haya un motivo aparente? Y luego serán los que querrán educar en valores y se llenarán la boca de educación y de compañerismo. Mis cojones treinta y tres.

Y como diría el Schuster de Polonia: No hase falta que dises nada más.

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Ampliación del post

Hay muchos tipos de saludo: la cortesía a la dama, la inclinación respetuosa de los japoneses, el puño cerrado comunista, el saludo nazi, el beso de nariz de los esquimales, el abrazo, el apretón de manos, el saludo militar, el beso pasional de una pareja, el saludo masón, la genuflexión, el saludo nigga, etc. Cada uno que elija el que más le guste. A mí con un «hola» o incluso con un leve levantamiento de cejas me basta.


Será porque he trabajado en turismo, o porque me parece que el saludo no se le niega ni al peor enemigo, pues antes que las rencillas está la cordialidad. En las empresas en las que he trabajado se me ha enseñado que cuando te encuentras con una persona la tienes que saludar aunque sea la trigesimoséptima vez que la ves ese día, más aún cuando sois las dos únicas personas en el pasillo y se va a crear una situación incómoda si no se establece una comunicación mínima. Un simple «hola» es suficiente, tampoco hace falta contarse la vida.

Así como hay un código de vestuario, también hay un código de conducta en el entorno laboral. Si existe, es por algo, en primer lugar para ser respetado y, en segundo lugar, para evitar situaciones como las que llevo viviendo desde principio de curso; y si bien es cierto que la Conselleria (aún) no nos ha pasado ninguna circular al respecto (aunque a veces haría falta), no está de más aplicar el sentido común y, sobre todo, no ser hipócritas. No se puede trabajar en educación y carecer de ella.  

domingo, 29 de enero de 2017

La sala de profesores

Si bien este espacio podría dar mucho que hablar en cualquier instituto, hoy me limitaré a ofreceros una recomendación literaria: La sala de profesores, de Markus Orths, publicado en español por Seix Barral.


Aunque en el libro aparecen algunas situaciones surrealistas y exageradas, muchas sí se parecen a nuestro día a día. Fue el primer libro del que disfruté al regresar de Menorca, y ojalá lo hubiera leído antes: seguramente hubiera vivido ciertas situaciones de manera diferente. No os cuento más y os dejo aquí una reseña.

En mi opinión, La sala de profesores sirve de terapia para cualquier profesor frustrado en algún momento de su carrera, pues logrará esbozar una sonrisa sarcástica y socarrona a cualquier docente que se sienta identificado con alguno de los pasajes de la obra, desde los más extremos a los más cotidianos. 100% recomendable.

sábado, 28 de enero de 2017

Cinco años de blog interino

Este mes de enero mi blog cumple cinco años. Parece que era ayer cuando estaba en el IES Cap de Llevant y disfrutaba de uno de los momentos más dulces de mi vida, tanto profesional como personalmente. Parece que era ayer, como digo, que empezaba mi andadura con las nuevas tecnologías de la mano de muchos cursos de formación y, sobre todo, de la paciencia de muchos compañeros altruistas.


En su día el blog me sirvió como válvula de escape, como ventana al mundo, como altavoz a mis frustraciones e ideas. Poco a poco lo fui dejando, por rutina o por cansancio, no lo sé. Ahora sí sé que a veces no he publicado por el miedo a la sala de profesores, a esas miradas inquisitorias contra quienes dicen verdades incómodas, a esos ojos que fulminan a aquel que se atreve a pensar (diferente) y a decirlo, a esas personas a las que les molesta que los demás pensemos y sintamos, así, a secas. ¿Pero sabéis qué? ME DA IGUAL.


Ha sido hoy cuando, hablando con un compañero que estuvo conmigo en algunos de mis momentos más duros, me he dado cuenta de que no merece la pena dejar de hacer lo que a uno le gusta, lo que a uno le llena, sólo por el qué dirán. Eso sí, también soy consciente de que cuando uno se pone en la picota también es susceptible de recibir críticas y opiniones diferentes. La clave está en respetar todas las posiciones (TODAS, la mía también, guapis), pues el mundo cambia mucho según la óptica con que lo miremos.

Así que, con todo mi mundo desmoronándose, un trabajo medio anodino en el que intento centrarme en mis chiquimonsters (qué seríamos sin ellos) y unas oposiciones a la vista, creo que voy a adoptar la actitud suicida de retomar el blog y que éste sea la ventana mordaz al mundo de los docentes. Le pese a quien le pese. O mejor dicho: para que le pese a quien le tenga que pesar.  

Que no nos quiten la ilusión.

¡Gracias por haberme acompañado en estos cinco años!