lunes, 23 de noviembre de 2015

El estilo drama-queen vs. el faranduleo

Que sí, que sí, que ya sé que todos sabéis que soy una drama-queen de primera, cierto, pero de ahí a que tenga que enseñar a mis chiquimonsters de 2º de ESO también a serlo, pues qué os voy a decir, pues que media un buen trecho.

Este año me ha tocado en suerte ser profesora de Taller de Teatro, y no sé si es una suerte o una maldición, porque mi cabeza está que echa humo. No es que mis alumnos sean malos, todo lo contrario, aunque me tienen un poco afónica, son unos bomboncetes, lo que pasa es que esto de la farándula no es lo mío. Y mirad que me gusta el teatro, pero oye... se me hace cuesta arriba. La preparación de las clases hace que estruje cada una de mis neuronas hasta que nos salga algo bonito, y yo creo que entre sugus y mi ilusión (porque dinero no tengo, pero ilusión... a porrones, aunque no me salga nada, jajajaja), pues mis nenes están con el dramaqueenismo subido. :D

Aquí os dejo un enlace al blog de la asignatura, para que veáis las boniteces que están empezando a hacer. ¡Son todos unos actorazos en potencia!


sábado, 14 de noviembre de 2015

Paris, mon amour, aujourd'hui êtes vous en deuil.

On est avec vous, Paris.

Hoy hay que decirlo alto y claro: no sólo han atacado Francia, han atacado el estilo de vida occidental, nuestro estilo de vida. A esto nos ha llevado el buenismo policial y las quimeras de quienes no son capaces de decir "basta" aunque tengan las evidencias ante sus ojos porque, oiga, no es políticamente correcto.

Hoy también me siento en la obligación moral de decir "Je suis parisiénne".




Ante esto algunos me dirán que estoy falta de autocrítica para con los estados de las democracias occidentales (a las que yo considero mi hogar y de las que estoy muy orgullosa). Entonces les respondería que  precisamente hago autocrítica, una autocrítica que a algunos no les gusta y que no comparten (y me parece muy bien), pero autocrítica al fin y al cabo.

A ellos no les voy a dar más coba. Mi libertad de expresión y mis ideas son tan respetables como las suyas. Al contrario de lo que parecen hacer alguno, yo respeto y valoro todas las aportaciones y la diversidad de opinión. Incluso en los casos en los que algunos comentarios o respuestas son del todo impertinentes e inoportunas y, dicho en plata, una meada fuera del tiesto. ¿Respetable porque es la suya? Desde luego, pero intervenciones poco oportunas que, sin embargo, ni voy a valorar ni voy a cuestionar.

Me encanta que la gente participe y dé su opinión, me gusta estar informada y poder leer cuantos más puntos de vista mejor, sin embargo, estos son tiempos aciagos para la paz y la concordia, y creo que precisamente es de los ciudadanos de quienes deben emanar estas dos actitudes. También entiendo y comparto que, con los tiempos que corren y con los sentimientos a flor de piel y tanta gente sufriendo por atrocidades alrededor del mundo, esto sea algo harto difícil.

Hoy estoy viendo varias cosas:

1. Generalizaciones que no son buenas.
2. Personas que leen sesgadamente y que sólo entienden lo que les da la gana y, en consecuencia,
3. Se realizan juicios y análisis exagerados (a sabiendas) con la intención de desprestigiar a los demás.
4. Hay personas que sólo aceptan la libertad de expresión cuando la opinión vertida coincide con la suya. Si no, se regresa al primer punto de esta lista.
5. Otros simplemente no son capaces de respetar opiniones diferentes a la suya y responden con un ataque verbal bastante inoportuno.
6. La gran mayoría se limita a criticar intervenciones que no entiende sin siquiera preguntar el porqué de las mismas antes de responder, yéndose por la tangente.

Quienes crean que esta aportación tiene un cariz político, por favor, que regresen al punto #1. Hay de todo en todas partes y en todos los colectivos. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Luego, ya, si eso, nos cuestionamos de dónde viene el Daesh y el porqué de toda esta sinrazón. Probablemente mucha culpa la tengan los dirigentes occidentales, pero así como muchos nos demandan, reclaman y cuasi imponen que no juzguemos a todos los musulmanes por los acto de unos pocos fanáticos (algo que no sólo me parece justo, sino de sentido común), yo también pido que no se masacre al pueblo inocente por culpa de otros, ni aquí, ni en Francia, ni en Siria, ni en ningún lugar del mundo. Desafortunadamente este planeta no es Disneylandia y la guerras existen desde que el ser humano pisó la faz de la tierra, sólo que ahora las tácticas bélicas distan mucho del honor en la batalla del que tanto hemos leído en los clásicos. Las guerras ya no las libran solamente los soldados, en este nuevo orden mundial cualquier persona, de cualquier lugar, puede ser víctima o verdugo.

Antes de ofender a nadie, quiero advertir que lo que voy a decir para cerrar este artículo es algo políticamente incorrecto y tal vez un poco inhumano, pero que a todas luces es una gran verdad (y tal vez por eso ofenda).  Podéis llamarme de todo lo que queráis, pero a mí me duele más la muerte de uno de "los míos" que la del enemigo. ¿Quién es el enemigo? No, tranquilos, no son ni los refugiados ni las personas musulmanas de bien. Son los otros hijos de la gran putísima -porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre- que se dedican a matar por un fanatismo rencoroso mal entendido. Aunque respete y valore todas las vidas, con algunas tengo más similitudes y las siento como más cercanas, por eso su muerte me duele más, como me duele más que se muera un amigo mío que alguien que no conozco.  Y el que diga que esto no forma parte de la naturaleza humana, miente. Ahí hablamos de sentimientos, y cada uno siente lo que le da la gana. ¿no? Igual no, porque creo que no estamos muy lejos de que nos impongan hasta lo que debemos sentir y por quién debemos de sentirlo. Al tiempo.

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Este post se ha elaborado a partir de intervenciones propias en mi muro de Facebook.