jueves, 29 de noviembre de 2012

¡Quiero mi Mark Darcy!


¡Y lo quiero ya!

En mi proceso de persona a Bridget Jones sólo falta una cosa: los hombres. No llega ni un triste Hugh Grant, asi que ni qué deciros de Colin Firth. Igual que la Zellweger yo también me he puesto a dieta (llevo 8 meses a dieta perpetua) y he intentado hacer vida social. Lo de la sopa azul no lo he probado, pero es que no me parece muy sano...

Será que me faltan las bragas de cebra con las que sale a la calle en pleno invierno, nevando, con unas zapatillas de deporte y desgreñada, tras el amor de su vida al que ha estado a punto de perder por su diario. Yo, por contra, sí que tengo la faja con la que se planta en el parque de bomberos para una retransmisión accidentada.


Nota mental: próxima adquisición: unas bragas de cebra, o de leopardo, o de lo que sea. Nada de Hello Kitty.

Sigamos con el post. Otro de los rasgos de mi proceso de "bridgetjonización" es la fauna que suponen mis amigos. Maravillosos todos ellos, siempre se las apañan para que pase un buen rato, aunque a veces se rían un poco de mí. Debo reconocer que a veces les doy pie, pero bueno, los/las adoro. Aunque bien pensado, no creo que se comieran una sopa azul.

Lo peor de este proceso es el "Profe, ¿tú no tienes novio?". Ahí te hunden y te destrozan, pero tu haces acopio de moral y de astucia y a cada grupo le cuentas una trola diferente. A los de 1º A les dices que estás casada y tienes un hijo (WTF?, sí, lo sé); a los de 2º, que son los más majos y los que preguntan con menos maldad, les dices que estás soltera. A secas. El pitorreo llega con los de 3º, tan cabroncetes ellos. Les digas lo que les digas, van a entender lo que les dé la gana, así que les digo que tengo un hiper-mega-novio súper-híper-mega-fabuloso. Ya que soltamos una mentira, que sea gorda. Pero si tiene que venir un hombre, que sea un Darcy, un Booth, una maravilla de la ficción. Porque desengañémonos, como me soltó un alumno de 15 años, seguramente ya dolido con las mujeres, "lo que me pasa es que tengo el listón muy alto". Frase que "arregló" con un mortal: "que no digo que tú no te lo merezcas, profe..." Tocada y hundida. Estas cosas me pasan por hablar.

Ahí viene cuando tus chiquimonsters empiezan a buscarte pretendientes, desde el papá divorciado de uno hasta el profesor viejuno que te dobla la edad pasando por cualquier elemento masculino mayor de 18 y menor de 65. No. Decirles que no contestas preguntas personales no funciona, puesto que igualmente te las harán y se van a inventar una vida paralela que muchas veces es mejor que la tuya propia. Si no, preguntádselo a J., amiga y compañera asidua lectora de estas páginas, a quien emparejaron con su compañero de piso sólo por ir por la calle caminando (inocentemente) junto a un hombre... O a un compañero de FP de peluquería, que estuvo de baja por un accidente haciendo senderismo por las montañas y acabó siendo un suicida-romántico-potencial porque estaba supuestamente enamorado de su jefa de departamento y ésta tenía pareja. Pero por Dios, ¿en qué momento se inventan todo esto esas cabecitas? Si se pusieran a escribir novelas, serían auténticos Best-Sellers.

martes, 27 de noviembre de 2012

"Tiro al Conseller"

Hoy, mi ética, mi moral y mi sentido común me obligan a compartir con todos vosotros la actualización de estado de Facebook de VB, una amiga que conocí haciendo el CAP y con quien a penas coincido -insularidad, ya sabéis-, pero cuyas ocurrencias son lo más de lo más.

Es una profe de inglés muy apañada con todo lo que se le ponga por delante, y ha tenido la suerte (o la desgracia) de conocer muchos centros y muchas maneras de hacer, así que dentro del mundo de los interinos ella es una experta en la materia. Os dejo con su propuesta, que seguro que os gusta:

He inventado un deporte nuevo, se llama "Tiro al Conseller". 
Consiste en tirar pieles de mandarina a la TV al grito de pocavergonya-sinvergüensa! cuando sale el Sr. Bosch en las noticias de IB3 de mediodía.
Se me da muy bien.

¿Os apuntáis a lo de "Tiro al Conseller"? Yo creo que en eso siempre ganaríamos las Olimpiadas, fíjate tú. Los interinos en paro podríamos montar una liguilla y ganarnos así la vida, que con la que está cayendo, cualquier idea se tiene que aprovechar.

Todo lo que podría haber sido (y no fui)

Podría haber sido médica o enfermera, pero soy muy mala en física y matemáticas, y no me hubiera sacado el bachillerato ni a tiros. Podría haber estudiado derecho y estaría trabajando de mil y una cosas, pero no tengo capacidad memorística. Podría haber sido costurera, pero también me gustaba estudiar. Podría haber sido pianista, pero tengo las manos extremadamente pequeñas y a duras penas abarcaba una escala con la palma extendida. Podría haberme casado y tener churumbeles, pero soy un poco antisocial y no tolero que se vulnere mi independencia. Podría... Podría haber sido o hecho mil cosas, pero no. Soy lo que soy y soy quien soy.

Soy profesora de lengua castellana y actualmente los "ajustes" económicos del gobierno no me permiten ejercer. ¿Pero sabéis qué? Me da igual. No volvería ni un paso atrás. No cambiaría mi formación ni mis elecciones por nada. Estoy orgullosa de lo que soy, de lo que hago. Me queda mucho camino por recorrer, ojalá que sea mucho, pero de momento "je ne regrette rien".

Y todo esto, porque os quiero regalar una de mis canciones favoritas. Una canción que me da fuerzas, un himno a la personalidad y al aprendizaje vital. Con todos ustedes: Edith Piaf.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Errare humanum est

sed perseverare diabolicum. Clásicos grecolatinos, os odio. Bueno no, pero hoy sí. No aprendo. No aprendo ni a tiros. Soy peor que todos mis alumnos juntos. Soy obstinada y caprichosa -y dudo mucho que esto vaya a cambiar-. No, no soy obstinada y caprichosa en general, sólo en ciertos aspectos de mi vida, pero me equivoco con más frecuencia de la que me gustaría poder admitir. Y lo pago caro, Dios sabe que lo pago caro. Bueno, mi cuerpo también lo sabe.

Resulta que tras una alimentación - dieta con la que he perdido 20 kilos para volver a un estadio normal para mi estatura, complexión, etc., mi cuerpo ha decidido que va a seguir un modo de vida austero cueste lo que cueste. Además, se ve que piensa cobrarme una alta factura por cualquier exceso que me permita. Ni una grasa, nada de trasnochar (mucho), nada de humo, nada de frío.

¿Qué pasa si "no me porto bien"? Pues que escribo este post a base de manzanilla templadita, mesa-camilla y sofá. A parte de eso, mi cuerpo ha decidido que, según él, lo más sabio es que me suba la temperatura de golpe, me quede en cama, y poco a poco -muy, muy, muy poco a poco- se me pase. Asco de todo...

¿Por qué no aprenderé a la primera? ¿Por qué me obstino en seguir comiendo cosas que sé que me provocarán esto? ¿Por qué? Yo os lo diré: GULA. Sí, la gula es un pecado capital, así que arderé eternamente en las calderas del infierno. Eso lo tengo asumido, pero ya que va a ser así, que sea con un brownie, ¿no? Ah, y ya de paso, con unas tartas de limón, unos crespells y robiols, y un buen pedazo de lomo de cerdo aderezado.

Mantequilla, manteca y cerdo es lo que peor me sienta. No, no por ello me voy a convertir al islam ni al judaísmo. Tranquilos. En estos momentos me siento como las nenas que van en shorts en pleno mes de enero, con una supersudadera XL porque es muy cool, congeladas de frío, pero incapaces de ponerse unos pantalones largos, porque eso, amigos, no mola. Se congelan día tras otro y saben por qué, pero insisten en ello y persisten en su particular error de congelación. Yo soy como ellas, pero con los dulces.

Otro día os hablaré de este tipo de alumnos/-as, que también se merecen un espacio en este nuestro blog. Yo, mientras, pagaré la penitencia de perseverar en el error. ¿Algún truco para no sucumbir?

viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Qué hacen las profes en su tiempo libre?

Si a los alumnos ya les encanta preguntar a los profesores acerca de su vida privada, esta pregunta ya es el colmo. No entienden que "leer" sea un pasatiempo, o que "estudiar" y hacer cursos de formación también lo sea. Eso, básicamente, no lo pueden concebir. Os lo voy a poner por escenas, que así es más fácil.


ESCENA 1: Sales de marcha y te encuentras con tus chiquimonsters.

¡Horror! Tú intentas ir toda mona y conservar la poca dignidad que te queda a las 3 de la madrugada con el rímel corrido y allí están ellos, con cara de asco, de incredulidad, acechando, llamándote "vieja" a gritos con la mirada. Allí están tus monstruitos de 15 años -que se creen muy mayores- que encima te recriminan que vayas a los mismos sitios a los que van ellos.

Así serían las fiestas de fin de curso si esto fuera EEUU, pero como no lo es, menos glamour, más chonismo y un poco de botellón, ¿no?
Excuse me????? Resulta que yo voy ahí todos los fines de semana y oh! Hoy es el día de fin de trimestre y mis chiquimonsters se agrupan en manada para ir a celebrar que van a estar unos dias (o meses) sin clases. ¿En qué cabeza cabe que una nena de 15 años ande suelta a esas horas de la madrugada? Bueno, yo ahí ya no entro, pero no me digáis que no es una situación un tanto incómoda. Más incomoda es aún la situación de recordárselo a nuestros jueces/elementos subversivos/alumnos en clase cuando te dicen: "Profe, te vi de marcha". Y tú sonríes, sonríes para no matarlos, porque en el fondo los quieres, aunque sea muy en el fondo.


ESCENA 2: La piscina.

Eres la profe novatilla en prácticas en el instituto de tu pueblo y, para mantener la salud, sueles ir con asiduidad a la piscina, donde pasas desapercibida. Pasas desapercibida hasta que te empiezan a conocer y empiezan a analizar cada pelo, cada michelín y cada gramo de grasa y celulitis de tu cuerpo. Del atuendo "barbie/choni deportista acuática" ni hablamos.

El vestuario de la piscina, ese gran sitio...

Ahí te debates tú, entre tu dignidad y el cloro de la piscina, entre una pulmonía o salir corriendo en pleno mes de enero. Y una, que además de ser profesional lo tiene que aparentar, hace acopio de la poca dignidad que le queda al estar en paños menores, hace como que tiene el cuerpo escultural de Bar Reffaelli, y se va para la ducha a darse una sesión de spa de cloro mezclado con champú del Mercadona, en el mejor de los casos será Pantenne. Una vez duchada, intentas secarte y vestirte procurando parecer lo menos ridícula posible y oh! Hay que pelearse con el secador. Esa máquina del demonio no funciona y fuera hace un frío glacial. No pasa nada. Te peinas y te quitas los enredos intentando no llorar y sales con la frente bien alta. Hasta que en clase te sueltan: "Profe, te vi en la piscina."


ESCENA 3: Los probadores de Stradivarius.

Se ha abierto un Stradivarius nuevo en la ciudad (o pueblo, porque el tamaño es relativo) y es como un centro de peregrinación. Todas acudimos a la tienda de moda ávidas de nuevos modelitos o de un básico para nuestro armario. Todas: de cualquier edad, tamaño, raza, clase o condición. Todas. Y ahí, cuando ya has ojeado lo que hay y has seleccionado algunas prendas que te quieres probar para decidir si te las compras, cuando has entrado en el probador y te peleas con la puñetera cortinita para no enseñar más culo del que tienes, ahí oyes unas voces que te resultan familiares...

Son ellas. También han acudido en manada a la llamada del capitalismo. Y ahí estás tú, sola -porque justo ese día se te ocurre salir sola de compras-, indefensa, sin depilar y con medio culo al aire, una vez más, intentando conservar tu dignidad. Tienes que salir del probador para tener una imagen general de la prenda, así que procuras salir "un poco mona".

Ahí están, te han visto y te analizan. Pero ¡oh, sorpresa! Parece que tienen buenas intenciones, son las chiquimonsters que se han ido convirtiendo en personas adorables a lo largo del curso (porque desengañémonos, esa es nuestra misión y el objetivo último de la educación). Os reproduzco el diálogo, que se explica solo:

- ¡Hola, profe!
+ (Con cara de circunstancias) Hola chicas. ¿Qué tal? (Craso error, ¡no les des conversación!)
- Bien, aquí, comprando, veo que tú también.
+ Sí, hija, las profes también nos vestimos. (Casualmente una de ellas ha cogido los mismos pantalones que tú y se los está probando).
- Profe, eso no te sienta bien, pero esto otro te queda superbien.

Gri, gri, gri... Cara de circunstancias.

+ Gracias, supongo-
- Oye, profe, ¿no has visto esa chaqueta? ¡Seguro que te quedaría genial! Oye, Fulanita, vete a buscarle una chaqueta a la profe.

Gri, gri, gri... Cara de circunstancias.

- Anda, profe, ¡pruébatela!
+ No sé, no sé. (Al menos han tenido la delicadeza de traerme mi talla)

Y ahí estás tú, probándote lo que te han seleccionado tus alumnas para que combine con lo que has elegido tú. El mundo al revés.

La cosa era más o menos así, pero sin tanto glamour.

- Jo, profe, qué guapa vas, te sienta superbien,  es superchula, te hace muy alegre.

Ahí sospechas y no sabes si te la están colando o lo dicen de corazón, porque en el fondo, muy en el fondo, tienen uno. Y ahí estás tú, en pleno mes de mayo, sucumbiendo a los halagos de tus chiquimonsters femeninas en pleno proceso de evolución de niña a mujer, como diría Julio Iglesias. Y te compras todo lo que ellas te han traído, y no sabes si lo has hecho por quedar bien, por los halagos, o porque en el fondo las prendas te gustaban. Eso sí, hasta pasar el juicio de otra amiga profe no le quité la etiqueta a nada y guardé el tique de caja como oro en paño. Por si las moscas.

Yo, en clase. Jajajaja, ¡qué es broma! Aunque daría el pego, ¿no?
La semana siguiente en clase resuenan los ecos de dulces vocecitas femeninas adolescentes:

- Profe, mira, ¡llevamos los mismos zapatos!
- Profe, mira, ¡llevamos los mismos pantalones!
- Profe, mira, ¡llevamos la misma chaqueta!

Y no sabes si todo eso es producto de la globalización y del capitalismo o de que, muy en el fondo, eres un modelo para ellas. No muy positivo, pero modelo a fin de cuentas.


Este post va dedicado a Jessy, avida lectora del blog y amiga, quien con un estado suyo en FB ha sido hoy mi inspiración. ¡Dulces monstruitos a los que se les perdona todo!

¿Cuáles son vuestros "encontronazos" más sonados con vuestros chiquimonsters? ¿Alguna anécdota?


miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Me ayudáis con un cuestionario?

En el marco de un curso de formación de la Conselleria una de las actividades consistía en realizar un cuestionario. Sólo en realizarlo. Pero yo cuando hago algo quiero que tenga una utilidad, y me he propuesto compartirlo con todos vosotros para, una vez extraídos los resultados, elaborar una entrada en el blog aportando mis (¿controvertidos y polémicos?) comentarios.

Si os apetece colaborar y os dedicáis a la labor docente, podéis realizar el cuestionario aquí. ¡Animaros, que es muy cortito!

Por cierto, el cuestionario está en catalán, aunque se entiende perfectamente si habláis cualquier otra lengua románica. Asimismo, Google tiene un traductor fabuloso.

CUESTIONARIO: Llengua, atenció a la diversitat i TIC

Tres mamás

Hace unas semanas tuve el placer de conocer a tres mamás profundamente involucradas en el aprendizaje de sus hijos. Eran tres chicas jóvenes de Manacor con un elemento en común: sus hijos o hijas tenían una dificultad específica de aprendizaje. 

No entraré aquí a explicaros cada uno de los casos, en primer lugar porque iría en contra de la ley de protección de datos y la ley del menor, y en segundo porque es irrelevante. Lo que realmente me impactó de ellas era su preocupación por cómo educaban a sus hijos en casa y por cómo éstos eran tratados en el colegio. Ellas buscaban formación e información. Buscaban alguna respuesta dentro del oscuro y vasto mundo de la educación y, en concreto, de la atención a la diversidad. 

Escuchaban atentas todas las ponencias, por aburridas que fueran, y tomaban notas, y cogían ideas, y miraban con cara de aprobación o de rechazo, puesto que nadie mejor que ellas saben lo que sus hijos necesitan. Yo creo que son el tipo de mamás que me gustaría tener en mi tutoría: familias que colaboran, trabajan con el centro en la misma dirección y ayudan a que sus hijos no sólo aprendan, sino a que evolucionen como personas. Son familias que educan, para que la escuela sólo tenga que encargarse de la formación académica. Y de educar también, claro está, pero cuando eso viene de casa, se nota. Una va más relajada, más tranquila, más a gusto. Son como las familias de mi 2º D del curso pasado: ¡maravillosas! No tengo queja de ninguna de ellas, todas, las 21, me respondieron siempre con inmediatez y con un tono cooperante. ¡La gloria educativa en cuestión de familias! Y no exagero. 

Volviendo a las tres mamás, una de las cosas que más me llamaron la atención de ellas fue su generosidad y el cariño que rezumaban. Sin conocerme me ofrecieron agua cuando estaba sedienta y se lamentaron de mi situación y la de una compañera por estar en paro, cuando faltan tantos profesionales en los centros. Hablé muchísimo con ellas e intercambiamos correos electrónicos. ¡Fueron tan majas que hasta me invitaron a comer! 

No negaré que me sentí un poco avergonzada por la invitación, pero estoy segura que pronto podré devolverles esa cortesía de una manera que ellas puedan apreciar: con materiales especificos, con enlaces a webs... y, por qué no, ¡con una de mis recetas! Un día me acercaré a verlas y las invitaré a tomar algo. Simplemente porque necesitan a alguien que las escuche y que les sirva de desahogo. Simplemente porque necesitan que les digan que lo están haciendo genial y que sus hijos en un futuro se lo agradecerán. Simplemente porque se lo merecen. Simplemente porque son fabulosas. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

No me juzgues

Antes de empezar a leer esta nueva entrada del blog, me gustaría que dedicarais un poquito de tiempo de vuestra vida a ver este vídeo que seguramente recordáis. A mí me sigue emocionando.


No os voy a explicar qué paso en Britain's Got Talent porque todos lo habéis visto y la mayoría ya lo conocíais de antes, sólo quiero hacer hincapié en el prejuicio: una mujer rural no puede dar nada bello, del mismo modo que un niño con DEA (un alumno NESE) nunca aprenderá, ¿verdad? Craso error.

Tampoco quiero entrar aquí a valorar cómo tratamos a nuestros alumnos y si les damos todas las oportunidades que se merecen, ni siquiera si les damos la oportunidad de que se muestren ante nosotros como realmente son. Pero hoy no hablaré de alumnos. Hoy no. Como diría Antonio Gala: "Ahora hablaré de mí".

No me juzgues. No puedes juzgarme. No tienes autoridad para ello. Qué más da lo que parezca que soy, lo que aparente. Qué más da que te parezca una persona bruta e insensible. Es irrelevante que te parezca agresiva. Me patina que creas que soy arisca y desagradable. Me ofende que me creas mala profesional. ¿Tú te has mirado al espejo, campeón? Y permíteme la licencia de que te llame campeón, porque lo eres, eres un campeón del escarnio público. A eso, majete, no te gana ni Dios.

¿Me has visto en mi entorno real? ¿Me has visto trabajando? ¿Me has visto hablando con los padres? ¿Me has visto preparando clases o corrigiendo redacciones? ¿Me has visto interactuando día a día con mis alumnos? ¿Sí? ¿Estás seguro de que no me has visto sólo un día y de que no tienes una visión sesgada de mí y de mi labor? Ah, bueno, vale, ahora piensas, ahora vienen los "Es que..."

Ten cuidado, ten mucho cuidado. Te lo digo por experiencia. La última vez que se me ocurrió juzgar a alguien como listillo, soberbio, etc. me equivoqué de tal manera que aún me siento mal y tengo remordimientos por ello. Esa persona no lo sabe, pero es de las que más me ha enseñado y de las que más me ha aportado para mejorar mi labor docente. No es ni siquiera un amigo, apenas hablaba con él y  ya he perdido casi todo el contacto. Era un compañero, y de los buenos. Buen compañero y buen profesional. Me equivoqué tanto y metí la pata tan hasta el fondo que sentía vergüenza cada vez que tenía que dirigirle la palabra. No es la alegría de la huerta, pero tiene otras muchas cualidades. Me equivoqué, mis prejuicios me traicionaron.

Yo soy una vil mortal y también sucumbo a juzgar a la gente a simple vista. Todo el mundo nos causa una primera impresión, esto es así y no podemos hacer nada para cambiarlo, pero de nosotros depende cerrar o no la mente a conocer a esa persona. La última vez que yo cerré la mente me di cuenta de todo lo que me había perdido y hubiera podido aprender... Una oportunidad perdida, pero al menos llegué a tiempo de enmendar mi error.

No me juzgues. Puede que te hayas creado una primera impresión de mí, pero tal vez puede que sea falsa o, al menos, no cierta del todo. No sabes si después de mi orden en clase están mis comeduras de olla con los problemas familiares de mis alumnos, o si después de decir "no voy a trabajar más de lo que me pagan" están mis conversaciones telefónicas nocturnas y extraoficiales con alguna mamá apurada que ya no aguanta más y necesita a alguien con quien desahogarse confidencialmente. No sabes si después de ser estricta con las fechas de entrega y con la diligencia en el trabajo diario tengo manga ancha para corregir o permito ciertas licencias. No sabes si detrás de mi juventud -cosa que se cura con la edad- hay una gran formación y una amplia experiencia. No sabes si detrás de mis dictados se hallan historias apasionantes que hacen que los alumnos se partan de risa. No sabes si después de mis gritos vienen las tutorías individuales y los bocadillos compartidos con un alumno o con una alumna que necesita a alguien que le escuche.

No lo sabes, pero yo te lo digo. De ti depende creerme, aunque, bien mirado, me da igual. ¿Sabes por qué? Porque todas las noches duermo a pierna suelta. ¿Y tú? ¿Puedes conciliar el sueño con tranquilidad? Piénsalo un rato y luego me cuentas. Igual hasta te sorprendes y nos parecemos. O no. No me juzgues. Respétame. Tal vez a mí no me gusten tus métodos o directamente no me gustes tú, pero te respeto y te respetaré e intentaré ser cordial en todo momento. ¿Tú podrías decir lo mismo? 






De la oratoria: entender y tratar el TDAH y motivar al alumnado

De acuerdo, este título carece completamente de sentido -a primera vista- y es un poco ambiguo. Hace dos semanas tuve el placer de escuchar dos fabulosas conferencias. No sólo eran fabulosas por su temática, sino también por el dominio de la oratoria de los ponentes. No se limitaban a leer o a presentar estudios, ni siquiera a hacer reflexiones con ciertos toques de humor. No. Ellos interactuaban con el auditorio, y lo hacían de una manera tan emotiva, tan profunda, tan hermosa, tan expresiva, que al final los aplausos parecían no cesar.

La primera conferencia la presentó Javier Bahón* e iba sobre cómo motivar al profesorado para que éste a su vez pueda motivar a los alumnos. Parece una chorrada, pero es obvio que si alguien no está feliz con lo que hace difícilmente va a contagiar entusiasmo por lo que hace o por lo que enseña. Así de claro. Si estás amargado sólo conseguirás amargar a los alumnos, y esto os lo digo por propia experiencia. Os aseguro que cuando llego (mejor dicho, "llegaba") a clase a las 8 de la mañana con energía, sonriente y con ganas de trabajar los alumnos, aunque soñolientos, responden. Cuando entraba en una clase con pocas ganas, todo se desmoronaba automáticamente. Son cosas que el cuerpo no puede controlar, pero se pueden intentar reeducar (aunque a veces es imposible al 100%).

Os volveré a hablar de esta ponencia en otro post que se titulará "No me juzgues", pero sí que quiero remarcar aquí lo importante que es vivir el momento, disfrutar con lo que uno hace, sentirse respaldado por un equipo de profesorado y por un equipo directivo (esto último muy importante), sentirse valorado, no ser víctima de prejuicios, etc.

Ya os hablé en la entrada anterior -sobre lengua y lenguaje- lo importante que es la comunicación en todas sus dimensiones, y es por eso por lo que una de mis premisas para aprobar la optativa de Procesos de Comunicación era sonreír y ser buenos con los compañeros. Alucinaríais de ver el cambio que experimentaron esos alumnos personal y académicamente a lo largo del curso. Pasaron de ser bestias pardas y alumnos con muchas reticencias a trabajar y a convivir y aprender en un entorno tranquilo a ser personitas que eran capaces de autoregularse, de concentrarse, de trabajar y de valorar su esfuerzo y, sobre todo, de pasárselo bien, de reír, de disfrutar, de hacer bromas, de hablar, de preguntar todo tipo de dudas -y me refiero a "todo tipo" de dudas-, de disfrutar de estar juntos y de aprender cosas nuevas sin darse cuenta. ¿Tal vez porque no tenían la presión del examen? Puede ser... Pero os aseguro que aprendieron mil, leyeron libros e hicieron mogollón de trabajos... (los exploté un poco, pero no se daban cuenta, jejejejeje). En definitiva, les apetecía venir a clase (0% absentismo), disfrutaban, eran parte de un colectivo y sabían que si fallaba uno, fallaba todo, porque todos y cada uno eran imprescindibles, un eslabón de una gran cadena de aprendizaje. Me diréis que esto es muy bonito, y sí, lo es, especialmente cuando dos nenas maravillosas te dicen a final de curso que no quieren que te vayas... (Señor Bosch, ¿esto se lo dicen las langostas de Cabrera a las que acosa haciendo submarinismo con dinero público?).

¿Por qué me funcionaba esa clase y otras no? Porque a esa clase yo iba con muchísimas ganas, iba a "jugar" con la lengua, a estar con ellos, a escucharlos, a solucionar problemas, a crear proyectos, a reír, a ver películas y a debatirlas después. Iba motivada, y eso, directa o indirectamente, motivaba a mis chiquimonsters. Más majos ellos... ¡Ay, cuánto los echo de menos!

Otro factor muy importante dentro de la educación -y de la vida en general- que está íntimamente ligado a la motivación es la empatía, ponerse en el lugar del otro, ver con ojos ajenos la misma situación que uno experimenta. En la conferencia sobre TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) la ponente, Isabel Chávez**, de la Fundación Adana, nos hizo ponernos en el lugar de los alumnos con esa dificultad específica. Puede que imitar a un niño con TDAH nos haga gracia al principio, pero cuando analizamos la situación con frialdad nos damos cuenta de lo frustrados que pueden llegar a sentirse por su "limitación". Nuestra función será, pues, transformar esa limitación en una oportunidad: fomentar sus habilidades y no echar caso de los defectos. Poco a poco las primeras irán ganando terreno a los segundos.

No podemos matar moscas a cañonazos, del mismo modo no podemos tratar a un TDAH como al alumno con Síndrome de Asperger, como al de Altas Capacidades o como al de escolaridad ordinaria. Todos son diferentes y todos precisan atenciones especializadas. Pero por favor, no corramos el riesgo de creer que eso se palía sólo con una unidad didáctica adaptada, no seamos tan simplistas. A veces las mejores adaptaciones son las emocionales: suelen ser las más efectivas y las más duraderas.

Nos hartamos de hablar de competencias básicas, ¿pero acaso no es más importante que nuestros alumnos sean felices y sean "aptos" para la vida en sociedad que el hecho de que aprueben o suspendan, o tengan tal o cual dificultad? A todos los papás de la tutoría del año pasado -tuve la suerte de poder trabajar con 21 familias absolutamente colaboradoras y maravillosas- siempre les decía que si sus hijos eran buenos, cariñosos y les respetaban, no dieran tanta importancia a las notas, que seguro que iban a ser gente de bien y tarde o temprano los resultados llegarían, fueran en forma de notas o en forma de proyectos, trabajos, etc. El "problema" hubiera sido que algunos de mis alumnos hubieran tenido, además de fracaso escolar -en pocos casos-, fracaso familiar y social, algo que, lamentablemente, suele ir unido. Ellos tuvieron la suerte de cara, y la mayoría tuvieron un éxito personal más que suficiente para que éste les reportara éxito académico (y no al revés)***.



*Este vídeo es de otra conferencia, pero es igual de interesante. 
** Cuando acabe esta serie de posts, o cuando tenga tiempo, que viene a ser más o menos lo mismo, os pondré la foto de algunas de las diapositivas que ella presentó. Un montón de ideas fabulosas, por cierto. 
**Por cierto, los que no lograron pasar de curso siguen igual de felices, puesto que todo fue culpa de un amor adolescente... Oh, l'amour! 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Lengua es más que escribir.

Cuando era alumna de la universidad aún conservaba esas ideas de que hay que tener una lectura y una escritura impolutas para aprobar lengua. Cuando empecé a dar clases me topé de morros con la realidad y me di cuenta de mi mayúsculo error. No todos los niños tienen las mismas habilidades ni aptitudes, y del mismo modo no podemos reducir las habilidades lingüísticas solamente a dos.

Si básicamente la lengua puede reducirse a hablar, escuchar, leer y escribir, ¿por qué nos limitamos siempre a las dos últimas? Con ello abocamos a los niños que tienen dificultades en lectura y escritura a suspender lengua in aeternum, y no es ni justo ni profesional.

Si bien es cierto que en una clase debe haber orden y silencio cuando sea preciso (escuchar explicaciones, concentrarse...), es del todo contradictorio que un profesor de lengua no permita hablar a sus alumnos. ¿Estamos locos o qué? ¿Cómo podemos evaluar -y si es preciso corregir- la expresión oral si ésta no se produce? Y no, no me digáis que con presentaciones y exposiciones porque no, no es lo mismo. No me podéis comparar la oralidad espontánea con un discurso planificado rodeado de timidez, nervios e inseguridad en el mejor de los casos. Se pueden evaluar las dos cosas, pero de manera muy distinta.

El habla queda muchas veces relegada ya no a un segundo plano, sino a un tercero, un cuarto o un quinto, y la escucha mucho más. ¿Por qué no hacemos comprensión de textos orales en clase? Ah, no, resulta que eso sólo lo pueden hacer en inglés, que si no, uf, no vaya a ser que innovemos y demos una oportunidad a los alumnos, uf, qué horror, ¿no? Eso es porque no le damos a esa habilidad la importancia que realmente tiene. ¿Cuántas veces hemos dicho "este niño no escucha"? Bien, y tú, ¿haces algo para que aprenda a escuchar? Ahí tienes la respuesta.

Desde mi punto de vista y desde mi -escasa- trayectoria profesional puedo aseverar que los ejercicios de comprensión oral suelen gustar mucho a los alumnos, puesto que les implican poco "esfuerzo activo", es decir, no tienen que escribir mucho -a priori-, y profes carcas, animaros, ¡qué ésta es una buena manera de conseguir silencio! Poner una canción y preguntar de qué trata, rellenar huecos, poner un informativo de la radio o un programa sobre cualquier tema, puede ser un gran pretexto para una miniunidad didáctica. Eso sí, cuidado, 5 minutos como mucho, que tenemos a adolescentes en clase, no a grandes doctores de las mejores universidades. También hay que adaptar el tema. La física cuántica -que no sé qué es- no cuenta, y la estabilización del déficit tampoco.

Encontrar el justo medio entre mantener el orden en clase y proponer actividades novedosas que exploren otras habilidades y potencien las habilidades de TODOS los alumnos es difícil, pero os prometo que es reconfortante, especialmente cuando se ven los resultados y las caritas de satisfacción, porque amigos, ¡eso no tiene precio! Así que ya sabéis: ¡potenciad la oralidad!



¿Cómo podemos hacerlo?

IDEAS PARA ACTIVIDADES

· Hacer un show & tell estilo pelis americanas. Por ejemplo, pueden traer un juguete de cuando eran pequeños y explicar a sus compañeros por qué lo recuerdan.

· Declamar poemas. Es muy bonito ver que un alumno se aprende unos versos y se los dedica a su enamorada. Además, ¿y el buen rollito que da hablar de amores? Ayyyyy... Jajajaja.

· Role plays. Simular que están en una situación a la que no se suelen enfrentar -todavía-, como por ejemplo ir a hacienda, hablar con un médico (ay, mamás, ¿por qué no dejáis hablar a los niños?), etc. Esto implica todo lo que tiene que ver con registros y formas de respeto, así que se puede aprovechar en esa unidad.

· Debates, coloquios y mesas redondas. Si sois tutores, aprovechad la hora de tutoría. Truco: los temas sobre sexualidad, alcohol y drogas les encantan, así que se puede aprovechar el formarles en la prevención de riesgos con el uso de la lengua oral.

· Poner una canción y después hacer preguntas sobre la letra.

· Plantear cuestiones sobre un texto expositivo que posteriormente los alumnos oirán, para que así presten más atención a aquello más relevante.

· Al estudiar las variedades del español, poner audiciones de diferentes zonas y que las tengan que reconocer. Se puede hacer en grupos, como si fuera un concurso, y tener chocolatinas para los vencedores.

Hay muchas más, pero éstas son las que se me han ocurrido mientras escribo. ¿A vosotros se os ocurre algo? Espero que sí, porque así todos los chavalines tendrán la oportunidad de aprender, de mejorar y de ver unos buenos resultados en su aprendizaje. Esto potenciará su autoestima, así estarán más felices. Resultado: tendrán un mejor comportamiento y un rendimiento óptimo. Es un círculo vicioso: lo innovador y positivo genera bucles de "buenrollismo". It's so easy!

jueves, 1 de noviembre de 2012

Maestro de maestrillos o dime de qué presumes y te diré de qué careces

Este post va a ser cortito puesto que, como es frecuente, es sólo para manifestar mi cabreo absoluto con la estupidez humana que se hace pasar por profesionalidad.

No acepto que una persona que nunca ha pisado una aula venga a darme lecciones de cómo son los niños y de cómo dar clase. Ni acepto sus "consejos" ni acato sus órdenes ni legislación. Simplemente NO. Puedes tener miles de carreras, másteres y doctorados, pero no puedes hablar de algo que no conoces, con lo que no has experimentado, de lo que sólo sabes lo que te cuentan o lo que ves, y no lo que tú sientes. ¿Cómo pueden hablar de "estudios científicos sobre educación" si una de las premisas del método científico, como es la verificación/refutación de la hipótesis, se basa en la experimentación?

Para aprender y para recibir consejos me fío más de un maestro o de un profesor con experiencia que de cualquier gurú de la educación con miles de publicaciones pero que no ha entrado en una clase en su vida. Teorizar y decir chorraditas bonitas sabemos todos, pero trabajar de verdad de la buena... Ah, amigos, ¡eso ya es más difícil!

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2 anécdotas al respecto que viví yo siendo alumna del CAP y víctima de algunos gurús de la educación:

a) Que me digan que a un adolescente de 15 años que se porta mal le tenga que poner un gómet rojo en la frente. (Sin comentarios... ¡A saber dónde me ponía el chaval el gómet a mí!

b) Que me pongan un vídeo sobre la regla y los pelos/granos/etc. hecho en 1981-1982 y contextualizado en países anglosajones (Canadá - Reino Unido), cuando yo misma nací en 1985, he sido adolescente -con todo lo que ello conlleva- y desarrollaré mi tarea -en principio- en la cultura mediterránea (otra cosa para la que me quedo sin palabras...)