martes, 15 de diciembre de 2015

Crónica de un final de trimestre

La profesora corrige.
La profesora muere.
                               FIN.

Porque a estas alturas de la vida y del curso todos sabemos que dormir está sobrevalorado, y que el boli rojo tiene más trabajo que los loteros de la Puerta del Sol. Sin embargo, como todos sabéis que los profesores somos unos vagos y maleantes que cobramos demasiado y nos quejamos aún más, no os voy a hablar de las horas que he pasado corrigiendo segunditos de ESO ni las perlas que me he encontrado en el desarollo de tan ardua labor.

Hoy mi objetivo es reafirmaros que no soy muy espabilada, porque sólo a mí se me ocurre montar un belén viviente en plena época de evaluaciones. Sí, amigos, mi chiquimonsters/cabras montesas de 2º de ESO van a estar en la piel de las diferentes figuritas del belén. No me atrevo a augurar un desenlace. Sólo os diré que lo vamos a representar en la residencia del pueblo y que temo por la salud de esos pobres ancianitos.

Fuente: aquí.


Seguiremos informando. Si sobrevivo.

lunes, 14 de diciembre de 2015

¿De qué sirve hoy en día ser docente?

Llevo mucho tiempo sin publicar porque, a grandes rasgos, el mundo se va al garete, y lo hace tan rápido que no me da tiempo a procesar y analizar los acontecimientos. Tal y como está el panorama mundial, ¿podemos hacer algo los docentes para contribuir a un mundo mejor? Reformulo la pregunta: ¿Podemos hacer algo sin que nos digan que adoctrinamos creamos polémica en clase?

Atentados salvajes, padres en paro, desarraigo de los adolescentes... ¿realmente podemos hacer algo al respecto si la administración educativa lo que nos pide, en el mejor de los casos, es que impartamos un currículum en vigor, cuando no que nos rindamos ante una burocracia infernal?

Hoy me he encontrado con la noticia que una mamá resume en su blog de manera más cercana y asequible de como la encontramos en los periódicos. Hoy la bofetada nos la da la salvajada del exterminio que algunos seres iluminados quieren llevar a cabo contra los niños con discapacidad. Si ya de por sí la escoria del daesh (no merecen otro calificativo) tiene bajo su yugo a millones de inocentes y ejercen su opresión especialmente contra las mujeres, ahora se atreven ya no sólo con los niños, como también habían venido haciendo hasta ahora, sino con aquellos más inocentes y que menos capacidad tienen de defenderse. Una salvajada.

Entonces, ¿cómo puedo explicar yo a mis alumnos, a los 25 adolescentes de 13-14 años que tengo delante en cada una de mis clases, cómo funciona el mundo si yo misma no soy capaz de entenderlo? ¿Cómo les puedo explicar estas cosas sin remitirme a momentos históricos como el nazismo, por ejemplo? ¿Cómo puedo hacerles llegar un mensaje de paz, de bondad y de concordia para que crezcan y se desarrollen de manera sana en un entorno tranquilo si a mí sólo se me ocurren calificativos mucho más que despectivos para describir lo que nos rodea?

La verdad es que no tengo muy clara cuál es nuestra misión como docentes hoy en día, tampoco sé muy bien si me atañe solamente a mí hacer que mis alumnos sean capaces de analizar lo que acontece en el mundo. Lo que sí sé es que si suceden estas salvajadas, llámense exterminios, mutilación genital femenina, esclavitud, falta de acceso a elementos básicos, violaciones constantes de los Derechos Humanos, etc., es porque, en algún lugar del mundo, por remoto que sea, algún docente no ha hecho bien su trabajo. O algunos padres han hecho dejadez manifiesta de sus funciones como tales.