domingo, 11 de noviembre de 2012

De la oratoria: entender y tratar el TDAH y motivar al alumnado

De acuerdo, este título carece completamente de sentido -a primera vista- y es un poco ambiguo. Hace dos semanas tuve el placer de escuchar dos fabulosas conferencias. No sólo eran fabulosas por su temática, sino también por el dominio de la oratoria de los ponentes. No se limitaban a leer o a presentar estudios, ni siquiera a hacer reflexiones con ciertos toques de humor. No. Ellos interactuaban con el auditorio, y lo hacían de una manera tan emotiva, tan profunda, tan hermosa, tan expresiva, que al final los aplausos parecían no cesar.

La primera conferencia la presentó Javier Bahón* e iba sobre cómo motivar al profesorado para que éste a su vez pueda motivar a los alumnos. Parece una chorrada, pero es obvio que si alguien no está feliz con lo que hace difícilmente va a contagiar entusiasmo por lo que hace o por lo que enseña. Así de claro. Si estás amargado sólo conseguirás amargar a los alumnos, y esto os lo digo por propia experiencia. Os aseguro que cuando llego (mejor dicho, "llegaba") a clase a las 8 de la mañana con energía, sonriente y con ganas de trabajar los alumnos, aunque soñolientos, responden. Cuando entraba en una clase con pocas ganas, todo se desmoronaba automáticamente. Son cosas que el cuerpo no puede controlar, pero se pueden intentar reeducar (aunque a veces es imposible al 100%).

Os volveré a hablar de esta ponencia en otro post que se titulará "No me juzgues", pero sí que quiero remarcar aquí lo importante que es vivir el momento, disfrutar con lo que uno hace, sentirse respaldado por un equipo de profesorado y por un equipo directivo (esto último muy importante), sentirse valorado, no ser víctima de prejuicios, etc.

Ya os hablé en la entrada anterior -sobre lengua y lenguaje- lo importante que es la comunicación en todas sus dimensiones, y es por eso por lo que una de mis premisas para aprobar la optativa de Procesos de Comunicación era sonreír y ser buenos con los compañeros. Alucinaríais de ver el cambio que experimentaron esos alumnos personal y académicamente a lo largo del curso. Pasaron de ser bestias pardas y alumnos con muchas reticencias a trabajar y a convivir y aprender en un entorno tranquilo a ser personitas que eran capaces de autoregularse, de concentrarse, de trabajar y de valorar su esfuerzo y, sobre todo, de pasárselo bien, de reír, de disfrutar, de hacer bromas, de hablar, de preguntar todo tipo de dudas -y me refiero a "todo tipo" de dudas-, de disfrutar de estar juntos y de aprender cosas nuevas sin darse cuenta. ¿Tal vez porque no tenían la presión del examen? Puede ser... Pero os aseguro que aprendieron mil, leyeron libros e hicieron mogollón de trabajos... (los exploté un poco, pero no se daban cuenta, jejejejeje). En definitiva, les apetecía venir a clase (0% absentismo), disfrutaban, eran parte de un colectivo y sabían que si fallaba uno, fallaba todo, porque todos y cada uno eran imprescindibles, un eslabón de una gran cadena de aprendizaje. Me diréis que esto es muy bonito, y sí, lo es, especialmente cuando dos nenas maravillosas te dicen a final de curso que no quieren que te vayas... (Señor Bosch, ¿esto se lo dicen las langostas de Cabrera a las que acosa haciendo submarinismo con dinero público?).

¿Por qué me funcionaba esa clase y otras no? Porque a esa clase yo iba con muchísimas ganas, iba a "jugar" con la lengua, a estar con ellos, a escucharlos, a solucionar problemas, a crear proyectos, a reír, a ver películas y a debatirlas después. Iba motivada, y eso, directa o indirectamente, motivaba a mis chiquimonsters. Más majos ellos... ¡Ay, cuánto los echo de menos!

Otro factor muy importante dentro de la educación -y de la vida en general- que está íntimamente ligado a la motivación es la empatía, ponerse en el lugar del otro, ver con ojos ajenos la misma situación que uno experimenta. En la conferencia sobre TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) la ponente, Isabel Chávez**, de la Fundación Adana, nos hizo ponernos en el lugar de los alumnos con esa dificultad específica. Puede que imitar a un niño con TDAH nos haga gracia al principio, pero cuando analizamos la situación con frialdad nos damos cuenta de lo frustrados que pueden llegar a sentirse por su "limitación". Nuestra función será, pues, transformar esa limitación en una oportunidad: fomentar sus habilidades y no echar caso de los defectos. Poco a poco las primeras irán ganando terreno a los segundos.

No podemos matar moscas a cañonazos, del mismo modo no podemos tratar a un TDAH como al alumno con Síndrome de Asperger, como al de Altas Capacidades o como al de escolaridad ordinaria. Todos son diferentes y todos precisan atenciones especializadas. Pero por favor, no corramos el riesgo de creer que eso se palía sólo con una unidad didáctica adaptada, no seamos tan simplistas. A veces las mejores adaptaciones son las emocionales: suelen ser las más efectivas y las más duraderas.

Nos hartamos de hablar de competencias básicas, ¿pero acaso no es más importante que nuestros alumnos sean felices y sean "aptos" para la vida en sociedad que el hecho de que aprueben o suspendan, o tengan tal o cual dificultad? A todos los papás de la tutoría del año pasado -tuve la suerte de poder trabajar con 21 familias absolutamente colaboradoras y maravillosas- siempre les decía que si sus hijos eran buenos, cariñosos y les respetaban, no dieran tanta importancia a las notas, que seguro que iban a ser gente de bien y tarde o temprano los resultados llegarían, fueran en forma de notas o en forma de proyectos, trabajos, etc. El "problema" hubiera sido que algunos de mis alumnos hubieran tenido, además de fracaso escolar -en pocos casos-, fracaso familiar y social, algo que, lamentablemente, suele ir unido. Ellos tuvieron la suerte de cara, y la mayoría tuvieron un éxito personal más que suficiente para que éste les reportara éxito académico (y no al revés)***.



*Este vídeo es de otra conferencia, pero es igual de interesante. 
** Cuando acabe esta serie de posts, o cuando tenga tiempo, que viene a ser más o menos lo mismo, os pondré la foto de algunas de las diapositivas que ella presentó. Un montón de ideas fabulosas, por cierto. 
**Por cierto, los que no lograron pasar de curso siguen igual de felices, puesto que todo fue culpa de un amor adolescente... Oh, l'amour! 

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