miércoles, 5 de marzo de 2014

Más cornás da el hambre.

Que la vida a veces es una puta mierda es algo que no hacía falta que os dijera, ¿verdad? Sois muy listos y ya lo sabéis. Bueno, o sois listos, o sois tan desgraciadicos como yo. A tenor del último post me han preguntado que por qué me cambio de residencia si últimamente me añoro más de lo normal. Bueno, nunca me había añorado, después de 4 años el quinto es el primero en el que me entra la morriña. Ya sabéis, soy un poco de efecto retardado y tal...

Las putadas nunca vienen solas. Es que son así, ellas, que se ve que necesitan compañía. Y sí, hoy estoy siendo malhablada (más malhablada de lo normal), pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre; ni desgracias ni contratiempos: putadas. No voy a hacer de pupas -bueno, no mucho- y no voy a hartaros con mi vida ni mis lamentos familiares, pero algo en lo que creo que estaremos de acuerdo es en que uno no puede quedarse parado. Hay que moverse, aunque sea para atrás para coger impulso.

Cuando pasa algo malo es porque tarde o temprano (sobre todo tarde) van a volver las buenas rachas. La vida es una rueda, y a veces estamos arriba y a veces abajo, ¡y lo que jode estar abajo! Pero bueno, es cuestión de reponerse. El problema viene cuando "lo malo" viene provocado por una tercera persona, en ese caso, como no es plan liarse a puñetazos ni a balazos, porque, aunque no lo parezca, somos civilizados, lo más sensato es pasar página e ignorar lo sucedido para que no menoscabe nuestra moral.

Creo firmemente que si alguien hace el mal, tarde o temprano (generalmente tarde, como antes) el tiempo, la vida, el karma o como lo queráis llamar se lo devuelve exponencialmente, ¡y de qué manera! No creo en venganzas, porque sólo agotan la fuerza del más débil, la de aquél que ha sufrido una injusticia, pero si creo en el paso del tiempo. Mi madre solía contarme que no hay que pensar en venganzas, sino que uno tiene que ignorar, porque como reza un proverbio árabe, "Siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo". ¡Y qué cierto es! Señor, qué cierto es... Y ahora os reiréis, pero me da pánico hacerle una faena a alguien, ya sea voluntaria -cosa que procuro evitar- o involuntariamente, porque sé que tarde o temprano todo vuelve (ya sabéis, rollo búmeran australiano).





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Sí, vuelvo a tener un ordenador operativo. No es mi netbook rosa, que sólo se enciende cuando le da la gana, este me lo ha pasado mi churri, que es un manitas, y va de perlas. ¡Viva Linux!

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡Gracias! :D ¡De todo se sale! Ya sabes que no hay mal que cien años dure, ¡no cuerpo que lo resista! :D

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  2. sita, levanta ese animo que tus alumnos (ex-alumna en mi caso) te queremos ver sonreír :)

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