jueves, 10 de abril de 2014

Profesora, psicóloga, hermana, mamá y asesora legal, entre otras funciones.

Pues sí, amigos, todo eso acabamos desempeñando los profesores. Hoy me siento especialmente realizada. Hoy un alumno ha confiado en mí para decirme cómo se siente y para pedirme ayuda. Creo que lo único que necesitaba era hablar y poder tener a alguien con quien exteriorizar sus sentimientos y sus pensamientos, alguien que sepa que le cuesta verbalizar las cosas y que no siempre atina con lo que dice -poco tacto-, pero sí que al menos va aprendiendo a comunicarse mejor y a crecer como persona.

Si sólo eso ya me llenaba profesional y personalmente, otra alumna se ha dirigido a mí para que le facilitara la documentación precisa acerca de su formación lingüística para poder renovar su tarjeta de residencia en España. Algo tan sencillo como sacar una copia simple y rasa de su horario personal de Gestib e imprimirle dos BOIB (uno con la organización de los períodos lectivos y otro con las instrucciones para este curso) para que así pueda justificar no sólo su matrícula, sino también su competencia tanto en catalán como en castellano -de la que, además, doy fe-. No se necesitan grandes papeles, ni certificados, ni firmas, ni sellos, sólo tener toda la información que le atañe a uno -como alumno, como personita y como ciudadano-. Facilitar esa información creo que es también nuestro deber, y el de cualquier funcionario.

Aunque hoy aún me quedan sesiones hasta las 9, creo que, pase lo que pase, me podré ir a dormir tranquila con la maravillosa sensación que le reporta a uno el saberse con el deber cumplido. A fin de cuentas, si aguanto este año aquí es porque este curso me han  tocado alumnos maravillosos (los de este año no hablan de extraterrestres), por los que no sólo vale la pena hacer este trabajo, sino por los que, además, vale la pena luchar y pelear.

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