martes, 19 de enero de 2016

De lo políticamente correcto.

Hoy me he hecho eco de la polémica en la que se ha visto involucrado Íker Jiménez a cuentas de "la otra censura". Podéis encontrar más información y el vídeo en cuestión aquí.

A menudo dentro del mundo de la educación me encuentro con compañeros que se erigen en adalides de la libertad de expresión pero que no aceptan más expresión que la suya. Es decir: hay libertad de expresión mientras se piense como ellos. Se han convertido, pues, en todo aquello a lo que critican.

Parece que en los últimos tiempos hasta a los Estados les está afectado esta "otra censura", la ley de "lo políticamente correcto". ¿Acaso no estaremos cayendo en una oscura trampa? Corremos el riesgo de caer en el extremo opuesto de lo que se persigue. Se pretende no crear alarma social al no difundir ciertas noticias. Lo peor de todo es que la alarma social se acaba produciendo no por las noticias en sí, sino porque no se hayan difundido. Algo muy grave y oscuro tiene que estar ocurriendo en el mundo para que esto sea así.

Solamente puedes expresar "lo políticamente correcto". Si te atreves a decir la verdad, a abogar por la libertad de prensa y a explicar los hechos tal y como son, sin complejos, de lo mínimo que te van a tildar es de fascista. Y así nos luce el pelo.

La censura es mala. La otra censura es aún peor, pues quiere venir disfrazada de bondad y tolerancia, pero esconde algo muy siniestro bajo la falsa premisa de no querer crear alarma social. No vayamos a salirnos del rebaño por decir la verdad, por dura o cruel que sea. No vayamos a predicar aquello en lo que no creemos. No vayamos a caer en la trampa de lo mismo que criticamos. No vayamos a ser pánfilos por no decir la verdad porque, mira, pues porque no queda bien.

Ahí la tenéis, tan perversa, tan siniestra, tan oscura: la otra censura.


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