Uno de los versos de este poema / canción dice así: "Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar". Y así lo creo. Si lo aplicamos al ámbito educativo, prefiero mil veces trabajar con ANEES y NESE y con grupos de rendimiento académico bajo/moderado/normal que con los que se creen la élite. Y digo se creen, porque ni de lejos lo son.
No sólo prefiero trabajar con alumnos más modestos y con aquellos que presentan dificultades porque ver su evolución es algo sencillamente maravilloso. Lo prefiero porque suelen ser personitas con un corazón enorme, una gran capacidad de empatizar con el prójimo y mucho cariño por dar.
Los que se creen buenos porque alguien se lo ha dicho repetidamente y se lo han creído (ya sabéis que una mentira repetida se llega a convertir en verdad, y no es mi ánimo aquí citar a Goebbels) suelen tener unos aires de grandeza dignos de un maharajá de oriente medio y una ponzoña dentro que el día que la echen se van a quedar a gusto. Y van a aprender mucho. Por lo general, estos alumnos que se creen buenos -y no lo son tanto- suelen ser aquellos a los que, de más pequeños, les faltó una colleja bien dada. Ahora ya es tarde.
Yo me quedo con los pobres de la tierra, y echaré mi suerte con ellos. Así soy más feliz, y eso no se paga ni con dinero ni con notas, sino con ver la satisfacción que se dibuja en sus caras cuando se han percatado de que progresan y de que mejoran gracias a su esfuerzo y a su tesón, pero sobre todo, gracias a su bondad.
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