miércoles, 15 de agosto de 2012

Cuando la profesora se convierte en alumna

- Profeeeeee, no pongas debereeees.
- Joé, pero profe, esto también sirve.
- Profeeeeee, me has quitado medio punto de esta pregunta.
- Profe, ¿está en el libro?
- Profe, ¿esto entra en el examen?
- Profeeeeee, ¿por qué no hacemos el examen la semana que viene?

Éstas son expresiones típicas de alumnos en clase, y por muy buen ejemplo que queramos ser y/o que queramos dar, cuando nos convertimos en alumnos los profesores volvemos a nuestra más tierna infancia, o peor aún, hemos aprendido estas mañas de nuestros alumnos y las usamos con quienes nos enseñan para tensar la cuerda.

Estoy en un curso de inglés en Mánchester y la verdad, no sólo viene bien para practicar el idioma, sino también para, de tanto en tanto, ponerse en la piel de nuestros pequeños bichejos (y no tan pequeños, que algunos son un poco orangutanes). La verdad es que intento ser una alumna modelo, pero a veces me vence el sueño, el cansancio, el hambre o las simples ganas de tocar la moral, eso sí, tengo una profesora estupenda de la que he aprendido mucho, y eso es lo que más cuenta, aunque mis mejores maestros hayan sido aquéllos a quienes yo enseño: mis chiquimonsters, mis bichejos, mis alumnos.

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