sábado, 29 de agosto de 2015

Historia de un verano - Parte IV

Siguiendo el hilo de la comunidad, ya sabéis que no hay edificio que se precie sin las vecinas cotillas de rigor. Yo soy una de ellas y me enorgullezco enormemente de ello. A fin de cuentas, ¿qué sería de la comunidad sin esos cafés para destripar al prójimo? Yo creo que hasta tienen un fin terapéutico.


Porque a ver, convendréis conmigo en que una de las tareas principales de cualquier vecino es husmear en la vida de los demás y criticar. Si no, no es un buen vecino. ¡Sospechad! Pero bueno, las críticas no son siempre para mal ni se centran siempre en los hierbas, que precisamente son quienes habitan en comuna jipi de paz, amor, armonía y cutrez en el piso del higo de fruta del moroso, sino que a veces también son críticas constructivas sobre las obras de los cuquis. ¡Qué es por su bien! :D

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