Oh, si, qué placer da tachar esas aberraciones que te escriben en los exámenes y demás entregas... ¿Placer? Reflexionemos. A veces sí que disfrutas de tachar algo de arriba a abajo porque es una "fusilada" de internet, pero corregir cosas que son obvias y se han trabajado una y mil veces... ¡da rabia! A veces me da pena colocar un número inferior a cinco en el recuadro superior derecho del examen, pero es lo que hay, a veces justo, a veces injusto, pero siempre el producto de un trabajo realizado.
Y es que, como dijo una vez cierta profesora de la que me hablaron, "quien tiene el boli rojo tiene el poder", y así es, el poder de causar felicidad, tristeza o indiferencia. Y como el poder que me ha causado usar tanto boli rojo en una velada de sábado es sueño, os dejo con los mejores deseos.
(Ahora tengo un dilema entre la Cuore y Robinson Crusoe... Creo que ganarán los "AAAARG". Lo siento, D. Defoe, no es que tenga nada contra ti ni contra la lectura de la segunda evaluación, pero ya sabes: Quien tiene el boli rojo tiene el poder).
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