martes, 24 de enero de 2012

Manadas de ñus y siestacas que se te van de las manos

Sí, ha vuelto a ocurrir.  Me he vuelto a pasar toda la tarde durmiendo. Quienes me conocen ya saben que soy como una marmota, pero os voy a explicar cómo ha sido el día de autos.

Después de una jornada que iba siendo normalita, con mucho sueño, pero normalita, me he topado con un grupo con el que me he tenido que agarrar bien los machos. Pese a que no se puede generalizar, porque no todos alumnos son iguales y ante mí también me encuentro a nenes monísimos, os puedo garantizar que hoy parecía más una domadora de fieras que una profesora de secundaria. Yo entiendo que el mester de clerecía no es lo más divertido de la asignatura, lo entiendo y lo comparto, y por eso les preparo ppt, dramatizaciones, actividades... Bueno, pues hoy ha llegado uno de esos días en los que cubres la programación por cojones porque vas justa de tiempo y tienen el examen en dos semanas.

Ha sido una clase extenuante. Un "sujeto" casi me rompe el Netbook. Entraban en clase cual manada de nús en plena estampida. Vamos, lo que viene siendo un desastre de clase. No os voy a dar más detalles porque he preferido eliminarlos de mi memoria, pero son esos momentos en los que piensas: ojalá sus padres/madres les hubieran dicho un buen "no" a tiempo. Otro día hablaré del decir que no a los hijos.

                                       Ñus en estampida

Pues bien, tras esta... llamémoslo "experiencia educativa", como dirían los pedagogos, una se tiene que ir a otra clase. Y claro, llegas hecha un basilisco, aunque dentro de ti sabes que esas almitas no tienen culpa alguna de lo que hagan los alumnos de otras clases a los que ni siquiera conocen. Afortunadamente, y cosa extraña dentro de los IES de hoy en día, al llegar a 2º C, porque sí, cuando lo hacen bien, merece la pena decir quiénes eran, me he encontrado con todos dentro del aula, ya sentados cada uno en su sitio y sacando el material de la asignatura. ¡Casi se me saltan las lágrimas! Los 100 profesores que trabajan conmigo os corroborarán que eso es algo inaudito, pero ahí estaban, mis veinte alumnitos, sentaditos, ordenaditos, calladitos, amorositos... Ya se sabe: después de la tormenta siempre llega la calma.

Tras esto, a las tres una llega a casa exhausta. Y me diréis: ¡A todos nos pasa lo mismo! Sí, lo sé, sé que soy como los demás, no pretendo dar pena ni mucho menos, puesto que muy afortunada soy de trabajar en un centro de escasa conflictividad y en un entorno -de momento- no masificado. El problema llega cuando, tras ponerme ropa cómoda y ver parte del telediario y Amar en tiempos revueltos (la novela que no falte), me entra un sopor contra el que me es imposible luchar, así que el primer sueño empieza sobre las 17'15 o 17'30. Bueno, hasta ahí todo bien, todo bien si no fuera porque se alarga hasta las 19'15, sí señores, dos horitas. Pues no contenta con ello, se ve que mi cerebro me "trolea" y ha decidido que necesitaba dormir dos horas más, así que el segundo sueño, casi retomando el primero, me lo he echado hasta las 21'15. Zasca.

                                        Así duermo yo... Jajajaja. 

Y vosotros os preguntaréis: ¿Y por las noches tienes sueño? Pues sí, y mucho. Se ve que soy una gran amante de Morfeo (y no, no es el que sale en Matrix), puesto que es muy difícil que no me entre el sueño cuando tengo cerca de mí cualquier superficie plana que me pueda servir de lecho. Ahora voy a tomarme mi café con leche de cena (no, el café tampoco me quita el sueño, siento decepcionaros) con una cucharadita de miel para suavizar la garganta, voy a coger mi Robinson Crusoe -se me acabó la Cuore y hasta mañana no sale la siguiente- y voy a intentar hacer acopio de todas mis fuerzas para no caer rendida antes de las 12.

Ah, y la siesta la necesitaba de verdad, ¡y hasta se me ha hecho corta! xD

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