sábado, 4 de febrero de 2012

Menorca y la nieve

Todos los que me conocen saben que mi relación con Menorca, isla a la que adoro, a veces ha sufrido algún que otro traspié. Uno de estos traspiés tiene que ver con el frío. Tal vez sea una de las personas más frioleras que existen, ya que considero que por debajo de los 25 grados hace un frío glacial. Si al frío le añadimos el viento, la famosa Tramuntana, ya ni hablamos...

Sin duda, el peor mes para el frío es febrero. No hacía ni un mes que llegué a Mahón cuando me sorprendió una gran nevada (gran, en comparación con un lugar en el que no nieva nunca, ya me entendéis). No sólo nevaba: había ventisca. Para colmo de males, tenía turno de tarde y acababa a las 10 de la noche de trabajar... No os quiero contar el frío que pasé, por muchas capas que llevara y mucha calefacción que tuviera.

Este año por las mismas fechas la historia se ha repetido. Lleva unas tres horas nevando y no tiene pinta de cesar. Hace un frío que mata pingüinos. Pero bueno, al mal tiempo buena cara; ya he ido a jugar con la nieve, que es lo que toca. A fin de cuentas es invierno, ¿no? Pues frío y nieve. Y viento. El viento que no falte.


Éstas son las vistas desde mi casa y desde la azotea cuando aún se podía salir.
La cosa va en aumento. 

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